Una orografía inaccesible puede provocar que pueblos enteros queden al margen de la civilización. La contrapartida de esto, es que la cultura y tradiciones permanecen inalteradas durante siglos. En el abrupto macizo de Cserhàt, al norte de Budapest, la pequeña aldea de Hollóko se conserva practicamente como hace 300 años. Habitada por la minoría eslovaca de los palots, esta localidad mantienen vivas su costumbres más ancestrales. Entre otras cosas, la organización del trabajo sigue siendo colectiva, y las aldeanas mantiene el arte de los trajes típicos.En torno a la calle principal se agrupan relucientes viviendas, todas ellas decoradas con flores. Por el valor etnográfico y arquitectónico, Hollòkö ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco .
Autor de foto y texto: Alfredo Medina ©
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