Hace millones de años el mar anegaba parte de los territorios que hoy conocemos por Península Ibérica. Cuando el agua se retiró quedaron al descubierto materiales que se irían moldeando mediante agresivas acciones erosivas. Estos procesos, muy prolongados en el tiempo, esculpieron paisajes de formas asombrosas. En el sur de Navarra se ubica un extenso desierto de más 42.00o hectáreas, que conforma el Parque Natural de las Bardenas Reales. Estos escenarios de condiciones ambientales extremas exhiben infinidad de barrancos, oquedades o cárcavas. En ocasiones los materiales más resistentes, como areniscas, quedaban en la parte más alta y los menos resistentes, como las arcillas, en la zonas inferiores. Como consecuencia de este proceso se generaron los cabezos, unas de las formaciones más características de este paraje. Cuando descubrimos estas esculturas de ensueño, nuestra sorpresa queda inesperadamente retratada.
Autor de foto y texto: Alfredo Medina ©