Es probable que al viajero que navegue por el Gran Canal le invada el desconcierto. A lo largo de sus 3.800 metros de longitud se acumulan un sinfín de obras maestras que desbordan la razón. Sobre las riberas del canalazzo se asoman más de 100 palacios de estilos gótico, renacentista y barroco, que rebosan lujo y color. Casi todos ellos conservan el nombre de la familia propietaria, lo que nos sirve para hacer un recorrido por la vieja y poderosa aristocracia veneciana. En el lugar donde el canal se estrecha, se construyó en 1588 en el el puente de Rialto. Esta estructura que fue durante muchos años la única vía de unión entre las dos orillas, exhibe bajo sus arcadas una serie de pintorescas tiendas.
El Gran Canal es la vía de comunicación más antigua y transitada de Venecia. Por su cauce navegaban hace siglos robustas galeras y grandes barcos mercantes. Ahora lo atraviesan regularmente ruidosos vaporettos y silenciosas góndolas, que transportan a esos invasores pacíficos que son los turistas . Esta Venecia que sobrevive con elegante dignidad a las afrentas del tiempo, conserva hoy toda su singularidad. Por todo ello sigue teniendo sentido aquella afirmación que hizo el viajero y embajador de Francia hace 500 años, cuando dijo que el Gran Canal era «la calle más bella del mundo».
Autor de foto y texto: Alfredo Medina ©