Todo un mar cristalino al pie de unas cumbres nevadas. Paisaje de amplios contrastes que son un placer para los sentidos. Esta sensación la puede provocar una simple contemplación al Lago di Garda. Sobre sus laderas montañosas, la mansiones lujosas se rodean de limoneros y olivos. Más abajo, en las puertos ribereños, los barcas de los pescadores se mezclan con yates de lujo. Gracias a disfrutar de un clima mediterráneo, en esas tierras tan fértiles que rodean al lago, se producen vinos como el Bordalino y Valpoicellay. Todo parece que encaja en este escenario natural que se acerca al paraíso.
Autor de foto y texto: Alfredo Medina ©