«Para el viajero, Óbidos no es sólo una tierra con personas, calles excesivamente floridas, buenas pinturas y buenas esculturas. Es también un lugar del paisaje, un accidente, una arruga de tierra y piedra».
José Saramago (Viaje a Portugal)
En el centro de Portugal, entre suaves colinas rebosantes de viñedos, se aparece ante nuestros ojos un pueblo amurallado al que llamaron Óbidos. Atravesando la Porta da Vila, accedemos a un entramado de estrechas calles adoquinadas. Sobre las blancas fachadas de sus casas, una multitud de bungavillas y geranios exhiben todo su color. Aunque en 1755 un fuerte terremoto derrumbó gran parte de la ciudad, esta villa centenaria ha sabido conservar su legendaria belleza. Una muestra del poder romántico y cautivador de Óbidos es lo que sucedió en el año 1282. El rey Don Dinis, con el fin de declarar su gran amor, se la ofreció como regalo de bodas a su esposa.
Autor de foto y texto: Alfredo Medina ©