Sobre la rasa costera asturiana se extiende un paisaje de suaves praderías. Todas finalizan bruscamente en profundos acantilados donde el mar cantábrico golpea con rabia. Para advertir de los peligros a las embarcaciones que se aproximan a la costa, los faros han sido desde siempre un elemento indispensable. Después de caminar por las inmediaciones del cabo de Lastres, el viajero se topará con la figura blanca del Faro de Luces. Más allá, el horizonte.
Autor de foto y texto: Alfredo Medina ©