Un puente centenario sobre el río Fluvià es la puerta de acceso a la maravillosa villa medieval de Besalú. Todo el casco histórico es una joya: desde su laberinto de calles intrincadas a la magnífica plaza porticada. Pero destaca sobre todo las manifestaciones de su gran herencia hebrea. En su espléndida judería descubrimos un miqvé (baño que cumplía la finalidad de purificar el alma mediante la inmersión total del cuerpo.) La visita a este rincón de la Garrotxa cumple un objetivo similar: libera nuestra mente y nos sumerge en la época de trovadores, caballeros y princesas.
Autor de foto y texto: Alfredo Medina ©