La ribera del río Onyar, a su paso por el centro histórico de Girona, se inunda de color. Sus Casas Colgadas, conforman un gran conjunto cromático de volúmenes dispares. Hasta el siglo XIX el río suponía un gran barrera entre la ciudad vieja y la moderna. Para solucionar este problema, se encargó en 1877 a la empresa de Eiffel la construcción de un puente de hierro. En la actualidad los barrios más céntricos de esta capital están perfectamente articulados. Una gran red de calles peatonales permite disfrutar a pie de esta maravillosa ciudad.
Autor de foto y texto: Alfredo Medina ©