En los años sesenta las autoridades francesas decidieron potenciar la región del Languedoc- Roussillon como nuevo polo de atracción turística. Eligieron una amplia franja costera entre Narbona y Sète, para levantar un gran complejo con hoteles y edificios de apartamentos. En torno al cabo de Adge y a la laguna de Luno de se construyeron todo una serie de equipamientos, desde un puerto deportivo a un parque acuático. Pero la máxima atracción del lugar son sus largas playas, atestadas de gente en los meses de verano. El paseo kilométrico que las rodea, finaliza cerca de la desembocadura del río Herault. En ese punto hay una prolongada escollera.Bajo las nubes acechantes de una tormenta de verano, grupos de turistas disfrutan de los últimos momentos de la tarde.
Autor de foto y texto: Alfredo Medina ©