El paisaje agreste de Sicilia aparece salpicado constantemente de pueblos deslumbrantes. Sobre sinuosas colinas, las viejas casas de arcilla se apiñan de manera escalonada. Una fortaleza o una gran iglesia suelen alzarse en lo más alto de estas villas de tonos terracotta. Esta disposición se aprecia en localidades como Piazza Armerina, donde la influencia de sus antiguos pobladores todavía pervive. Por estos lares del sureste siciliano, transitaron- entre otros- reyes aragoneses que construyeron su castillo y su catedral. De su época romana se conserva esa joya arqueológica que es villa del Casale, con sus magníficos y sorprendentes mosaicos. En en estas tierras la vida siempre fue dura y el futuro incierto. Después del cierre de las centenarias minas de azufre, gran parte de su población se vio obligada a emigrar. El destino de miles de sicilianos fue norteamérica. A partir de 1900 se asentaron en pequeños barrios que llamaron Little Italy, allí siguieron usando el dialecto siciliano…pero eso es otra historia.
Autor de foto y texto: Alfredo Medina ©